El escritor argentino Jorge Luis Borges no sería la primera figura en quien pensaríamos si hablamos de fiestas de Halloween (ver nota sobre los orígenes de esa celebración en este mismo sitio). Quizás por eso guardé esta anécdota, que encontré hace algún tiempo y que quiero compartir aquí con ustedes.
Hace casi cuarenta años
Así lo cuenta Martín Rodríguez Yebra, periodista de La Nación de Buenos Aires:
“La noche de Halloween de 1983 sorprendió a Jorge Luis Borges en Wisconsin, adonde había viajado a dar unas conferencias. Por no ser descortés aceptó la invitación a una fiesta de disfraces, se gastó dos dólares en una máscara de lobo, se la puso y al llegar le contaron que Raúl Alfonsín había derrotado al peronismo.
(Hago la acotación de que Borges era antiperonista y no perdía ocasión de expresarlo con duros adjetivos. M.R.).
Entró a la sala aullando y gritó: El hombre es un lobo para el hombre. La máscara volvió con él a Buenos Aires, como el recuerdo de un suceso extraordinario.
Pocos días después, Claudio Pérez Míguez, un muchacho que había fundado un círculo borgeano en su escuela, lo visitó en el departamento de Maipú al 900, se enteró de la anécdota y le preguntó a Borges si podía tomarle una foto con el disfraz.
La imagen -de un humor innegable- colgó de una de las paredes de la exposición El infinito Borges, en la Casa América de Madrid, que tuvo como uno de sus comisarios a Pérez Míguez, encargado en la capital española del Museo del Escritor”.